El Día, 14 agosto 2005

Abelardo Cervera *
Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés antiguo y aceptado para España

TRAS LEER el extenso artículo publicado en EL DÍA el 12 de junio de 2005 sobre la situación y futuro del Templo masónico de la santacrucera calle de S. Lucas, se puede disfrutar de la fragancia de unos aires nuevos de voluntad verdaderamente democrática, que van llegando poco a poco a esta sociedad nuestra, enmarcada ya hace años en un estado de derecho desde el punto de vista formal, pero que, en sus fibras más íntimas, debe aún recorrer el largo trecho de una auténtica transformación ideológica. Frente a sentimientos revanchistas, vengativos, de resentimiento o de indolente olvido, pervive una corriente que busca la serena restauración de todos los derechos que, en su momento, y como fruto de un estado excepcional y anómalo que arrebató al Pueblo su legítima soberanía, fueron tristemente ignorados.

Se ha cumplimentado la restitución patrimonial a los sindicatos, se ha reconocido el mérito personal de individuos que fueron denostados por el simple hecho de pertenecer a unas filas que perdieron una guerra civil y se han ido recuperando señas de identidad cultural de las diferentes Autonomías y Regiones. Sin embargo, aún persiste la asignatura pendiente de reconocer los méritos de una institución cual es la Masonería que, si no fuera por el velo de ignorancia que malintencionadas e interesadas lenguas han vertido sobre ella, gozaría del reconocimiento y prestigio con que cuenta en otros países democráticos de todo el mundo.

Debe saberse que, en la raíz y en la médula de la propia Democracia, se encuentra el ideario masónico; que fueron masones los inspiradores de los diversos procesos de liberación frente a las dictaduras; que las más paradigmáticas constituciones del mundo occidental responden a principios masónicos. Y todo ello, en términos universalistas y por encima de intereses de partido. Debe saberse también que el pensamiento masónico representa un capital espiritual que, desde un laicismo respetuoso con cualquier práctica religiosa, preconiza la libertad personal para relacionarse con lo trascendente que le es propia al librepensador. Y no es menos importante que se sepa que la Masonería conserva intacto el concepto de igualdad en la dignidad de todos los hombres y mujeres, de lo que se deriva un sentimiento de fraternidad universal, muy por encima, incluso, de la moderna solidaridad.

El Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España o, en forma abreviada, el SCG33, fundado el 4 de julio de 1811, es la institución decana de la Masonería Española y, junto a la Gran Logia de España y el Gran Oriente Español, la que conserva el reconocimiento internacional otorgado por las instituciones de la Masonería Regular internacional y la que agrupa a la mayor parte de los masones españoles. Articula su ideario sobre los principios fundamentales de libertad, igualdad y fraternidad que, desde hace más de dos siglos, han marcado las directrices de la Masonería. Se ocupa del desarrollo filosófico de los grados masónicos del Rito Escocés, el tradicional de la Masonería española y latinoamericana.

Los principios de actuación del SCG33 han estado siempre presididos por la discreción pero, en el contexto actual, es importante que la ciudadanía de Santa Cruz de Tenerife sepa que el SCG33 no es indiferente al destino que pueda tener el templo de la calle de San Lucas. En efecto creemos que ha llegado el momento de restituir en todo su esplendor un monumento que, aunque herido, se erige aún vivo, como testimonio de un pensamiento humanista y de progreso. La restitución se ha de hacer al Pueblo y para el Pueblo, único soberano legítimo en nuestro recuperado orden social. Y, en particular, por razones históricas, al pueblo de Santa Cruz de Tenerife. Así, todo ciudadano chicharrero tiene derecho a que este pedazo de la historia de su ciudad, sea restaurado y cuidado con el mayor cariño y respeto, y a que pueda ser visitado por cuantos deseen conocer de cerca todo el legado histórico, cultural y testimonial que el edificio puede ofrecer, si debidamente rehabilitado y conservado. Pero es imprescindible señalar que, para garantizar el mantenimiento de los valores de la masonería reflejados en el templo, es fundamental la presencia de las instituciones masónicas en los foros de debate y decisión, junto a los expertos en historia, arte y arquitectura. Si no, corremos el peligro de que los encomiables esfuerzos que el Ayuntamiento de Santa Cruz está realizando desemboquen, en el futuro, en una restauración de calidad desde el punto de vista arquitectónico y artístico, pero vacía del contenido simbólico que hace de un templo masónico algo más que un bello edificio o un interesante museo. Creemos, en definitiva, que sería difícil de entender que el futuro del templo se planeara al margen de la Masonería regular española y, en particular, del SCG33, al que perteneció la histórica Logia Añaza, a cuyos miembros se expropió arbitrariamente el edificio. Es nuestra voluntad el colaborar con las instituciones públicas de Santa Cruz en lograr el objetivo de una adecuada restauración y gestión al servicio de la ciudadanía.

* Delegado territorial en Canarias del Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España